‘’ChatGPT no se equivoca. Las inteligencias artificiales son el futuro’’, probablemente, alguna vez hayas escuchado una frase similar. La llegada de ChatGPT y las inteligencias artificiales ha sentado un nuevo debate sobre su funcionamiento y como estas deberían ser integradas a distintos campos del saber.
Aunque ChatGPT, está basada en comportamientos predictivos y es capaz de aprender de los requerimientos del usuario. Dicha inteligencia comete errores, por lo que su desempeño aún no se puede interpretar como ‘’Perfecto’’. Si bien, posee una gran capacidad para resumir textos y brindar respuestas rápidas y concretas, es importante ser críticos frente al contenido.
Días anteriores, nuestro rector, Mauricio Acosta Lema, señaló en un webinar, que esta no resolvía ejercicios matemáticos con eficiencia y que era probable, que su comportamiento fuera más exacto en áreas de las ciencias sociales y humanidades. Sin embargo, también presenta falencias en dicha área. Un ejemplo, las investigaciones.
ChatGPT ¿El nuevo Sherlock?
Normalmente, los investigadores suelen adaptarse a distintas técnicas y herramientas, por lo que siempre están a la vanguardia de las necesidades de la población. Aunque ChatGPT, es totalmente válida para resolver ciertas tareas, no puede brindar con precisión un punto de vista subjetivo, por lo que la interpretación de ciertos fenómenos queda a la deriva. Incluso la cuantificación de datos concretos puede verse expuesta a un error tecnológico.
El problema de que ChatGPT y las inteligencias artificiales sean vistas como ‘’Infalibles’’, es que precisamente, una investigación mal argumentada puede generar un impacto negativo en la comunidad, especialmente, puede reforzar la desinformación sobre ciertos temas.
En contextos estudiantiles, el Chat ha tenido una gran acogida. Sin embargo, los estudiantes suelen cometer el error de dar por sentado las respuestas que este les brinda. Entonces, ¿La capacidad investigativa de los alumnos puede disminuir? De por sí, generar hábitos como la lectura, la escritura y la argumentación es complicado, el que haya una herramienta que facilita este proceso, supone un nuevo reto para el sector educativo.
Si bien este puede facilitarles una investigación ‘’completa’’ y que se ciña a los lineamientos estipulados, cuando se revisa a fondo se pueden apreciar errores de dicción, vacíos argumentativos e incluso referencias a otros autores mal implementadas. Más allá de temerle a la inteligencia artificial, se debe crear una cultura más consciente frente al uso de estas.
Además, el sector educativo debe replantearse cómo están estimulando las cualidades investigativas de los estudiantes. Para que un investigador sea capaz de comprender la heterogeneidad de la sociedad, debe reforzar esta cualidad y además afinar sus sentidos. Por lo tanto, el gremio de la educación debe estar en la capacidad de brindarle a los estudiantes la formación necesaria para adaptar técnicas, paradigmas y herramientas a estos fines. En ESEIT, estamos conscientes de esto. Por eso, nuestras lecciones están diseñadas para fomentar el pensamiento estratégico e investigativo en nuestros estudiantes. Comprendemos que una